Existen más de 100 tipos de alopecia, algunos muy frecuentes, como el efluvio telegénico y la alopecia androgénica masculina, llamada también calvicie común. Otras, aunque no sean tan habituales o conocidas, son también muy habituales en las consultas dermatológicas, e incluyen la alopecia androgénica de patrón femenino, la alopecia frontal fibrosante, la alopecia arata, la foliculitis decalvante y la alopecia senil o senescente.
Se puede incluir el encanecimiento del pelo dentro de la tricología, al igual que se incluye la alopecia senil o senescente que algunos autores consideran expresión del envejecimiento de la piel del cuero cabelludo y por tanto, de las unidades pilosebáceas presentes en él.
Hay otras muchas alopecias y, es importante tener en cuenta aquí que incluso enfermedades nuevas, como la COVID-19 traen aparejado ciertos problemas capilares. Así, se ha hecho eco en numerosos medios que la enfermedad por COVID-19 ha sido causa de efluvios telógenos muy intensos y en los que hemos visto que tratamientos que usábamos para otras alopecias, como el minoxidil oral, son muy efectivos.
Aunque hay muchos tipos de alopecia, he querido reservar un lugar a los cambios que experimentan los folículos pilosos con la edad. Uno de ellos, conocido por todos nosotros en el encanecimiento. Además, se produce un cambio del diámetro y del grosor del tallo piloso que, aunque puede parecerse a la alopecia androgénica, tiene algunas diferencias con esta.
La alopecia senil también ha sido denominada senescente, de inicio tardío o relacionada con la edad) y es un tipo de alopecia inherente al proceso de envejecimiento cronológico y observabe a partir de los 50 años. No parece estar relacionada con los andrógenos y afecta a todo el pelo del cuerpo, no sólo al del cuero cabelludo.
El principal cambio es una disminución del diámetro de pelo y de su longitud.
Se estima que perdemos solamente un 0.22% de folículos, pero sí hay una miniaturización o disminución del grosor del tallo por debajo de 30 micrometros en fase anágena. Además, el pelo asciende y la profundidad de su raíz, sube.
Por un lado, la tricoscopia digital, es una prueba no invasiva que nos ayuda a establecer un diagnóstico diferencial y precoz de las alopecias y, que además, resulta muy útil en el posterior seguimiento de nuestros pacientes, dado que nos permite cuantificar la repoblación del cabello y objetivar el grosor de los folículos pilosos.
Aparte del diagnóstico, las nuevas tecnologías también nos pueden ayudar en el tratamiento de los distintos tipos de alopecia.
Por un lado, la fotobiomodulación, también conocida como tratamietno de laser de baja intensidad, ha demostrado en varios ensayos clínicos que es segura y potencialmente efectiva a veces en monoterapia y, otras, en combinación con algunos de los tratamientos comentados antes.
En cuanto a los láseres, se han usado distintos tipos, mayormente ablativos, como el CO2 y el Erbio, en muchos casos para vehiculizar el tratamiento de finasteride, minoxidil u otros factores de crecimiento, y, aunque la variabilidad de pautas y protocolos dificulta el considerar unos mejores que otros, muestras un esperanzador panorama en el uso de este tipo de láseres fraccionados para vehiculizar con mayor eficacia algunos tratamientos. Dabek et al. Laser-assisted Hair Regrowth: Fractional Laser Modalities for the Treatment of Androgenic Alopecia. Por último, también dentro de las terapias físicas más novedosas, empieza a haber evidencia de la utilidad de la radiofrecuencia no ablativa.