EL PRURITO
El prurito, también conocido como picor, comezón, cosquilleo o picazón es el síntoma más frecuente en dermatología y uno de los factores que condicionan más la calidad de vida de los pacientes con lesiones en la piel que pican, o con picor “sine materia”.
El picor o prurito es capaz de producir alteraciones en el sueño y de interferir con las actividades diarias.
El picor puede producirse por un estímulo localizado y ceder tras eliminar el estímulo, pero también puede producirse en una zona mal definida y aumentar de intensidad al frotar la piel afecta.
Cuando nos pica más la piel por un estímulo como el cambio de temperatura o la sudoración, decimos que se ha producido una aloknesis. Está palabra tan compleja nos indica que en una persona, tenemos un picor desencadenado por un estímulo que normalmente no suele producirlo. No usaremos por tanto ese término si nos pica la piel por la irritación que produce por ejemplo, la picadura de un mosquito o el tocar algo urticante, que hace que muchos pensemos en las ortigas.
LA URTICARIA
La urticaria, es una enfermedad muy frecuente en la que aparecen habones y picor, en distintas zonas del cuerpo y que duran característicamente menos de 24 horas.
Como curiosidad, el término urticaria, viene del latín urtica, que significa ortiga y refiere a las lesiones habonosas que aparecen en la piel acompañadas de picor o quemazón tras tocar dichas plantas.
En las urticarias, esas lesiones rojas y con aspecto sobreelevado, debidas al edema o acumulación de líquido en la piel, característicamente desaparecen sin lesión residual en menos de 24 horas. Por eso a veces, pintamos una lesión y vemos al día siguiente al enfermo, ya que pueden salir unas y desaparecer otras, dando la impresión de que duran, si bien cada lesión desaparece en esos plazos.
Hay lesiones clínicas, similares, con eritema o enrojecimiento unido a sobreelevación de la piel, que duran más, y que denominamos lesiones urticariales, por similitud a la lesión elemental de las urticarias, que es el habón.
ECZEMAS
El eccema es un patrón clínico-patológico de inflamación de la piel, clínicamente caracterizado por picor y lesiones de numerosas morfologías e histopatológicamente determinado por la presencia de espongiosis, es decir, liquido e inflamación en la epidermis. Muchas veces, se usa el término dermatitis para referirse a los eccemas.
Cuando una dermatitis eccematosa o eccema es aguda, predomina el enrojecimiento o eritema, el edema o hinchazón de la piel y la aparición de vesículas o ampollas (bolsitas rellenas de líquido, que pueden romperse) así como exudación (líquido claro en las zonas de piel afectas).
En los eccemas subagudos, aparte de les lesiones descritas en los agudos, encontramos costras y escamas o descamación.
LA DERMATITIS ATÓPICA
La dermatitis atópica es muy frecuente, sobre todo en la edad pediátrica. Los pacientes con atopia, tienen mayor tendencia a padecer una o varias enfermedades de la triada atópica: asma, rinitis o dermatitis atópica.
Con los avances en su patogenia, podemos considerarla como una hipersensibilidad familiar de la piel y de las mucosas a lo que hay en el entorno del paciente y, normalmente asociado a aumentos de IgE o a alteraciones de la reactividad.
El 60% de pacientes con atopia, inician los síntomas en su primer año de vida y un 85% de los mismos, antes de los cinco años.
Los antecedentes paternos, tienen mucho interés y son uno de los mayores factores de riesgo, pero se ha especulado mucho sobre la importancia de los factores ambientales. De ahí surgió la “teoría de la higiene” en 1989, de la mano de David Strachan, que postulaba que las infecciones precoces en la infancia podían prevenir la atopia, que es más frecuente o previamente en sociedades industrializadas y en clases socioeconómicas altas.
LA DERMATITIS SEBORREICA
La dermatitis seborreica es un tipo de dermatosis, llamada también eccema seborreico, y que muchos pacientes llaman “caspa grasa”, es muy común. Es una dermatitis que cursa en brotes, con placas eritematosas con descamación untuosa, blanco amarillante localizado en las áreas “seborreicas”. Es más correcto llamarla dermatitis seborreica que eccema seborreico.
Placas eritemato-escamosas con descamación amarillenta untuosa en región frontal.
No se conoce su causa, pero puede influir en su aparición que haya distinta composición del “sebo”. Se sabe que en las áreas afectas es habitual encontrar Malassezia, que se ha implicado estrechamente en su patogenia. Igualmente es posible encontrar Candida albicans, o Staphilococcus aureus. Aparte de estos factores, el estrés, las temperaturas frías, la herencia y algunos otros factores pueden precipitar la aparición de brotes.
En dermatología diagnóstica, aparte de la biopsia cutánea hay otras tecnologías que nos pueden resultar muy útiles.
Por un lado nos puede ayudar mucho la ecografía cutánea, para estudiar las uñas, para saber dónde se encuentran y si tienen o no vascularización o son homogéneos las lesiones que hay en la piel, como distintos tipos de quistes, lipomas y otros problemas más infrecuentes.
Incluso podemos usar la ecografía cutánea para encontrar cuerpos extraños, es decir, sustancias que no se encuentran naturalmente en la piel o en esa disposición. La ecografía, en su modo Doppler, nos puede ayudar a determinar si un “bulto en la piel” puede ser de origen vascular, o si un ganglio tiene vascularización que le pueda hacer ser sospechoso y sea adecuado extirparlo y, nos puede orientar en el diagnostico diferencial de lesiones que, sin está técnica se pueden parecer unas a otras.
Cuando tenemos vasos, nos permite ver su calibre, su localización y el tipo de flujo que tienen en su interior. Y esto nos resulta muy útil a la hora de seleccionar los mejores tratamientos para eliminar esos vasos.
Otra técnica importantísima en dermatología es la dermatoscopia.
La dermatoscopia o epiluminiscencia es para nosotros una ayuda diagnóstica importante. Lo es tanto, que la mayoría de dermatólogos siempre tenemos un dermatoscopio en el bolsillo.
Aunque se ha estudiado sobre todo su utilidad para ayudarnos a diferenciar lunares normales, o nevus melanocíticos, del melanoma, nos ayuda a realizar muchos más diagnósticos.
En manos de profesionales entrenados, este aparato que muchos consideráis que es poco más que una lupa, nos permite gracias al uso de luz polarizada, ver estructuras por debajo de la capa córnea, que es la capa más superficial de la piel.
Es una técnica rápida y muy útil que ha demostrado aumentar la precisión diagnóstica de melanoma en profesionales entrenados.